sábado, 23 de diciembre de 2006

A mi muerte

Quedan los tiempos en gotas al viento, se esparcen en tu memoria y así poco a poco se pierde mi mirada en la tuya, me voy en la centellante oscuridad de la noche, la que me arrulla y siempre espera a almas como yo que han decidido cambiar los aires por los vientos. Muero en la trepidante carretera, en la humática disparacidad de los cantos angelicales, se muere y se vive, se vacía y se vuelve a llenar, a dónde vamos con esta carga de placeres? Cuál es la grieta que nos permitirá ver el día de mañana un sol tan resplandeciente que no podamos más que seguirlo y fundirnos en él…el día de hoy que muera para vivir.

1 comentario:

Diego Montoya Avilés dijo...

Guapo, se emchapa tu mano pelada, me corta frio, entra y la escupo, es que hace tiempo que los sentimientps los clasifico en el exterior, como la Doña que barré la banquete a las primeras horas del sol, y separa la basura del polvo.