martes, 12 de diciembre de 2006

Su Santidad


Puedo recorrer los senderos maravillosos de la amistad sin titubeos y te veo allí carnal, con la mano extendida a quién quiera caminar a tu lado, nunca supe de tus tragedías, jamás, lo más duro fue no habernos conocido antes. Las idas y venidas al mundo profano, por esas callejuelas universitarias donde dejabamos humos de nuestra estirpe, fragmentos de sueños y miradas todas, sin vernos, nos veían y nada, no pasaba nada, pero nuestras mentes bien sabían de nuestros futuros trueques, allí estaba mi gran hermano Su Santidad, el Kaimes, el toda finura y bondad hacia el sexo debil, que lo hace grande y merecedor. La vida me ha dado grandes sorpresas, pero una de ellas en la que quedé prensado, quedó en Colima y ahora nos vemos a la distancia y agitamos los brazos en señal de hermanadad, nunca cambiantes y siempre eternos...a mi gran amigo y hermano Jaime "quientepeinó" Obispo.

1 comentario:

Diego Montoya Avilés dijo...

Había olvidado que Dios era mexicano.

¿Eres tu Toto?